sábado, 10 de octubre de 2009

NUESTRA AMÉRICA


soy un explotado …


REBELIONES INDÍGENAS Y NEGRAS EN AMÉRICA LATINA


EL NEGRO: LA PRESENCIA AUSENTE. NEGRO Y


Contribución al bicentenario...


La verdadera Historia del descubrimiento


TESTIMONIO DEL 'HISTORIADOR YE 'KUANA BARNE YAVARI


¡DIGO NO ACEPTO!Yo hablo, yo, hablo a Caracas.a su gente, a sus hombres.Wanadí ha sido mi origen,Osedum, Osedum Wanadí.La creación del hombre existeporque sé que fué así.El recuerdo de mi origen está siempre aquí.Porque todo lo que tenemos fue creado aquí,el origen de nuestra comida como managuacay el rastrojo del gayteyama que todavíaexiste y existirán siempre aquí....En nuestra tierra, esas tierras que hablan en mi lengua.Mi tierra es esta, donde vive mi comunidad.Es la mía porque aquí se encuentra mi comunidad,porque aquí vivió mi origen Wanadí. En esta tierra que yo quiero, asi como ustedes quieren a la tierra de Caracas.Wanadí hizo gente buena con tierra blanca, pero también hizo gente mala.Eran los Españoles, los Franceses.Toda esa gente llegó a la tierra de Caracas haciendo maldades.La población entera fue tomada por ellos.Era la misma raza nuestra, no tenía fuerza para detener la gente blanca.Después la población de Caracas se acabó, la gente mala llegó hasta donde nosotros vivimos,donde yo vivo actualmente.Son la gente blanca mala. Son los Misioneros extranjeros que nosotros llamamos Jucundú.Wananí les entregó el hierro para que hicieran maquinaria.Así me lo contó mi padre.Nosotros los Ye'Kuana no tenemos nada de eso, entonces esa gente nos explota porque se sienten dueños de todo.

Digo: NO ACEPTO, NO ACEPTO la creencia Católica, la Evangélica, porque esas creencias van contra nuestra vida, nuestra forma de ser.Ellos quieren que lo olvidemos... Ellos nos dicenNo hagan Ademí, no canten. Nos dicen: No beban Yarake .. Ellos nos dicen: Eso no es verdad. Por eso,por todo eso no los acepto.Yo nunca me quise convertir en Evangélico, ni en Católico porque siempre he querido mantener mi tradición, todas mis costumbres.Wanadí no se sabe cómo empezó ni quién lo hizo.Sólo sé que él existió, que existe aúnPido seguridad y defensa. Yo no reclamo otras tierras, sino solamente las que nos pertenecen, las cabeceras del Cunucunuma, del Ventuarí, Adamo y Cuntinami.Todas esas que hablan en mi lengua.Digo que somos amigos, vivimos en la misma tlerra, pero que se nos respete para poder vivir en armoniacon nuestras tribusYo sé que todo esto es muy difícil de entender,ya que en los actuales momentosnos contradecimos los unos a los otrosSomos culpables de la presencia de gente blanca en nuestra comunidad.Sl, ASI LO PIENSOTranscripción de las palabras del Chamán Yekuana (Makiritare), Barné Yavarí en "Yo hablo a Caracas", Película realizada por Carlos Azpúrua y producida por el Departamento de Cine de la U.L.A


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Mujeres Afrodescendientes / La Princesa GUIOMAR DEL REINO DE BURÍA


En ese reino Guiomar, fue coronada como reina a la usanza africana. En 1553 hubo en Venezuela la primera gran rebelión de esclavos. Estuvo encabezada por el Negro Miguel. Durante ese alzamiento, como en las innumerables rebeliones registradas por la historia en el país, las mujeres negras participaron combatiendo y ejerciendo diversas formas de resistencia, como las prácticas mágicas y de la música de sus orígenes.

Guiomar compañera del Negro Miguel, combatió junto a él y le acompañó hasta su trágico fin. Durante la gran sublevación, iniciada en las Minas de Buría, el negro Miguel crea un reino independiente a orillas del Río San Pedro, que tenía incluso una corte y hasta un obispo de una Iglesia disidente creada por él. El negro Miguel vino a Venezuela con los esclavos que llegaron a El Real de Minas de San Felipe de Buría, provenientes de San Juan Puerto Rico. Se distinguía por su rebeldía y arrojo. Era propiedad de Pedro del Barrío, hijo de Damián del Barrío, y vivía en esclavitud con su esposa y sus hijos.


Dado su carácter indomable, Miguel huyó con unos compañeros a las montañas, desde donde preparó un ataque al Real de Minas, resultando muertos varios mineros en medio de la oscuridad de la noche. A partir de este exitoso asalto, el Negro Miguel se hizo fuerte en las montañas y su fama crecía día a día, siendo seguido por indios y negros levantiscos.

La reina Guiomar iba al frente de los negros rebeldes, acompañando al Negro Miguel y juntos combatieron innumerables veces. Todos tienen en común la proveniencia de África, la trata negrera, la esclavitud en las ciudades y en el campo, la resistencia heroica y su gesto de autoliberación que, todavía hoy, representan un símbolo de dignidad y de lucha para el movimiento negro y son parte integrante del más auténtico patrimonio espiritual de la humanidad. Su rebelión no fue sólo una reacción a la imposición de la esclavitud, sino la expresión vigorosa de resistencia cultural, ante la experiencia de una opresión total.

Se les atribuyen varios ataques a las Minas de Buría y el asalto a la recién fundada Nueva Segovia de Barquisimeto, así como otras importantes batallas, pues durante dos años más o menos combatieron y desencadenaron sublevaciones de negros e indios por toda la región de San Felipe, Barquisimeto y El Tocuyo.
Finalmente, Diego de Losada, mata a Miguel y aniquila su reino. Los negros y los indios que sobreviven, pierden sus orejas o los tendones de sus pies, para ejemplo de toda Venezuela. Sus hijos fueron vendidos y Guiomar muere poco después, victima de crueles maltratos y de la pena de haberlos perdido.

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Simón Bolívar: Alfarero de repúblicas.

¿Quién fue Bolívar?, ha sido la pregunta que desde niño me da vueltas y vueltas en el cerebro. Según él mismo, fue un alfarero de Repúblicas: creador de [la Gran] Colombia (Venezuela, Nueva Granada y Ecuador), de las Repúblicas del Perú y Bolivia. Pero sobretodo lo fue de la Libertad de los pueblos Latinoamericanos. Bolívar es el único hombre del mundo a quien en vida se le ha dado el título honorable de Libertador, no sólo por el pueblo, sino legalmente. Para Simón, que amaba y sentía y afición hacia la gloria, ser Libertador era el título más honroso en el mundo. ¿Quién fue Simón Bolívar?. Diríamos, enciclopédicamente, que fue un excepcional militar, estadista y filósofo, entre muchos otros adjetivos. Pero Simón fue sobretodo un idealista, un soñador. Un hombre con un corazón demasiado grande para este mundo, un hombre que ofreció su vida para construir naciones duraderas, para sembrar la educación de los pueblos, para ver germinar las nuevas potencias mundiales, para sacar de la pobreza al campesino, para dar libertad al esclavo, para construir una Latinoamérica llena de prosperidad. Si revisamos la historia del Libertador, notaremos las grandes injusticias en su contra, la traición de sus amigos, los intentos de asesinato, la destrucción de su Colombia... y a todos ellos, Simón los perdona.

¿Quién fue Bolívar?, ha sido la pregunta que desde niño me da vueltas y vueltas en el cerebro. Según él mismo, fue un alfarero de Repúblicas: creador de [la Gran] Colombia (Venezuela, Nueva Granada y Ecuador), de las Repúblicas del Perú y Bolivia. Pero sobretodo lo fue de la Libertad de los pueblos Latinoamericanos. Bolívar es el único hombre del mundo a quien en vida se le ha dado el título honorable de Libertador, no sólo por el pueblo, sino legalmente. Para Simón, que amaba y sentía y afición hacia la gloria, ser Libertador era el título más honroso en el mundo. ¿Quién fue Simón Bolívar?. Diríamos, enciclopédicamente, que fue un excepcional militar, estadista y filósofo, entre muchos otros adjetivos. Pero Simón fue sobretodo un idealista, un soñador. Un hombre con un corazón demasiado grande para este mundo, un hombre que ofreció su vida para construir naciones duraderas, para sembrar la educación de los pueblos, para ver germinar las nuevas potencias mundiales, para sacar de la pobreza al campesino, para dar libertad al esclavo, para construir una Latinoamérica llena de prosperidad. Si revisamos la historia del Libertador, notaremos las grandes injusticias en su contra, la traición de sus amigos, los intentos de asesinato, la destrucción de su Colombia... y a todos ellos, Simón los perdona.



Simón fue un idealista. Deseaba en lo más profundo de su ser la unión de todos los países americanos, aunque estaba conciente de que ésto era imposible. Sin embargo, anhelaba que las repúblicas formaran una Liga, una especie de congreso de todos los países Latinoamericanos desde México hasta la Argentina. Quería un Poder Moral que velara por las buenas costumbres y por la buena educación de los niños. Soñó con Colombia, la gran nación formada por las provincias de Venezuela, Nueva Granada y Quito. Fantaseó con la libertad de indios y esclavos. Ninguno de estos proyectos duró demasiado, a pesar de lo revolucionarios e innovadores que eran. De hecho, el Poder Moral nunca llegó a plasmarse en una constitución hasta ahora. Bolívar fue idealista, pero también visionario, y sabía que planteaba estas propuestas porque eran fundamentales para la consolidación de repúblicas fuertes y duraderas. Bolívar quería mucho a su patria, pero tenía una visión continental, como nadie la tuvo en su época. Estaba conciente que en la unión está la fuerza, y fue su consigna de vida. Lamentablemente, nadie lo quiso oír, todos se cerraron en sus intereses, en sus tierras, en su licor, en sus privilegios, y resolvieron deshacerse de Simón. Así, la historia del siglo XIX de Venezuela no es muy diferente a la de Colombia o a la de Ecuador: luchas intensas por el poder, guerras civiles, muertes, muertes, muertes... y nada cambiaba. Las Repúblicas fuertes que algún día soñó Bolívar se convirtieron en un desastre. Un desastre que aún no termina, lamentablemente, en toda Latinoamérica.

Construir Repúblicas no es fácil, y menos llevar la Libertad a los pueblos. La independencia de Venezuela costó sacrificar las valiosas vidas del Generalísimo Francisco de Miranda y de Manuel Piar; así como perder muchísimas otras en los campos de Batalla: Ricaurte, Girardot, Cedeño, Anzoátegui, Plaza; atravesar las más advedsas condiciones naturales desde los eternos ríos de los llanos apureños en época de lluvia, hasta los más empinados suelos y fríos parajes de la cordillera andina. Pero para el Libertador, esto era estrictamente necesario si la meta era la Libertad. Un día dijo que era el hombre de las complicaciones, y sí que lo era: perdió dos Repúblicas hasta lograr establecer la tercera, y vivió muchísimos momentos en los cuales cualquier persona hubiera perdido la cordura. Aún así, él se mantenía siempre sereno y muy esperanzador, como son los casos del Manifiesto de Cartagena (Pérdida de la Primera República) y el Manifiesto de Carúpano y la Carta de Jamaica (Pérdida de la Segunda República), efrentándose en éstas dos últimas a situaciones contrarias como el alzamiento de militares "amigos" contra su autoridad, atentados contra su vida y subsistir en la miseria económica. A pesar de todas las circunstancias, soltaba un esperanzador: Dios conceda la victoria a la constancia.

El Libertador amaba la Libertad y la igualdad, principios russonianos que entraron en vigencia con la Revolución Francesa, y muy conversados con su maestro fraternal, Simón Rodríguez. También era fiel seguidor de Montesquieu (Pensador político de la Ilustración, siglo XVIII), y por eso concordaba con él acerca del sufregio universal, libertad de culto, libertad de expresión y, sobretodo, la división de los poderes. Y también, como Montesquieu, Bolívar sentía profunda admiración por la constitución inglesa y por la Monarquía de aquel país. Bolívar toma como punto de partida esta Carta Magna del Reino Unido para desarrollar la constitución de una República venezolana fuerte, pero no para hacer una fotocopia (como lo había sido la constitución de 1811 de la carta magna estaunidense). El Libertador la admiraba porque la constitución inglesa es el reflejo de la propia sociedad y naturaleza de ése país, y precisamente para construir naciones duraderas las leyes deben adaptarse a los rasgos del lugar, y así no construir así castillos en el aire. A partir de aquí, Bolívar edificó la constitución ideal para Venezuela, la que hizo frente al Congreso Constituyente de Angostura, en 1819, justamente para echar a la basura la irrealista carta magna que se había hecho en 1811. Y ésta constitución robusta que se aprobó, fue la que de verdad le sirivió a la República, aunque no se admitieran algunas recomendaciones del Libertador, como el Poder Moral y la libertad de los esclavos. Aún así, la nueva ley era ya una gran victoria bolivariana.

Para construir esas Repúblicas fuertes, Bolívar quería mantener una sólida economía basada en la agricultura. Por ello, en su agenda estaba presente repartir las tierras de los terratenientes a los campesinos. Pero aquí se enfrenta Bolívar contra la oligarquía criolla, la misma que para mantener sus privilegios no quiso aprovar la liberación de los esclavos. Los intereses de los oligarcas eran muy fuertes así como su poder, y poco a poco éstos se fueron distanciando del Libertador. Santander pasó a ser un estorbo y luego un conspirador contra Colombia. Páez fue convencido y forma parte del movimiento separatista de La Cosiata. Pronto, Bolívar pierde el respaldo de los que hasta hace poco era sus amigos. Atentan contra su vida, sin éxito. Asesinan al Mariscal Sucre en Berruecos. Con ello, Bolívar queda destrozado ante la pérdida de su discípulo y sucesor. A partir de allí, Simón ya no será nadie y morirá abandonado en Santa Marta. Las Repúblicas que tanto se había empeñado por hacer fuertes y duraderas, se separarían (Como el caso de la Gran Colombia), y entrarían en épocas de oscuridad, guerra y muerte. Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá vivirán una historia amarga de la cual todavía no se recuperan.

Darío Carpio

Caracas, 13 de Marzo de 2003


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ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS DE VENEZUELA.

Chama (Bolívar, Pedro José)

Región de Moitaco (Edo.Bolívar) c. 1705 _ Platanal (Edo. Bolívar) 1785

Cacique caribe de la región de Moitaco, en el Orinoco. Al parecer, era el mismo personaje a quien los españoles y criollos llamaron Pedro José Bolívar. A comienzos de 1720, Chama era cacique de unas 40 familias de indígenas caribes que vivían en el lugar llamado Platanal, situado en la ribera del Orinoco, en la falda de los cerros de Araguacai, no lejos de Moitaco. En 1723, él y varios miembros de su tribu fueron capturados por una partida armada de españoles que realizaba una incursión o «entrada» y conducidos al pueblo de misión de San Salvador de Panapotar, fundado el año anterior a orillas del río Sacacuar por el sacerdote franciscano observante fray José Jurado; allí fue bautizado y recibió el nombre de Pedro José Bolívar. En 1730 los indios de Panapotar se alzaron, quemaron el poblado y huyeron a los montes.
Tres años después (1733) Chama, quien había retomado su nombre indígena, fue capturado nuevamente y conducido al pueblo de misión de Santa Bárbara de Currucay, de donde se fugó al cabo de algún tiempo. Durante unos 20 años Chama y sus compañeros vivieron en los cerros de Araguacai, escondiéndose del acoso de las partidas enviadas por los misioneros. En 1755, fray Francisco Jiménez de Borrego, franciscano observante, logró convencer a Chama para que con unos 60 indígenas más, se radicase en el pueblo de misión de San Francisco Solano del Platanal, fundado el 5 de julio de 1755 en la llanura de Itacúa, cerca de una quebrada llamada Caicarapura y a unos 2 km al S de la casa fuerte de Moitaco. A la ceremonia de fundación asistió, entre otros, el misionero fray Antonio Caulín. El cacique caribe volvió a usar su nombre cristiano de Pedro José Bolívar. Pero en 1757 se produjo una fuga general de caribes hacia los bosques de los ríos Caura, Merevari, Paragua y más lejos aún. El pueblo del Platanal fue abandonado por los aborígenes, entre ellos Chama-Bolívar. Este fue recapturado luego por los soldados del comisionado José de Iturriaga, quien le ofreció el cargo de capitán de aquel pueblo, reubicado en la boca del caño Marapiche. Chama aceptó y adoptó, definitivamente, el nombre de Bolívar. En 1775, con el título de capitán, vivía en El Platanal con su esposa Bernardina Paricurama. M.P.V.





Isabel



Isla de Margarita (Edo. Nueva Esparta) _ El Panecillo (Distrito Federal) 1558

Cacica guaiquerí. Madre de Francisco Fajardo. Hacia 1527 o 1528 tuvo su primer hijo del entonces teniente gobernador de la isla Francisco Fajardo a quien ayudó a rescatar indígenas. Más tarde se casó con Alonso Carreño de quien tuvo 2 hijos: Alonso y Juan Carreño, quienes acompañaron a su hermano en las empresas conquistadoras. Hacia 1557 Isabel acompañó a su hijo Francisco Fajardo en su viaje a Tierra Firme. Allí fue recibida espléndidamente por sus parientes indígenas, pues Isabel era nieta del cacique Charayma. Mientras Fajardo viajó a Borburata y El Tocuyo con el fin de obtener autorización para conquistar la región centro-norte de Venezuela, ella lo esperó en El Panecillo (cerca de la actual población de Chuspa, Distrito Federal). El hecho de que su madre actuara como embajadora, facilitó a Fajardo la receptividad de los indígenas de la costa quienes en un primer momento vieron en él a uno más de su pueblo, hablante incluso de la lengua indígena. Según José de Oviedo y Baños, una vez de vuelta Fajardo, Isabel murió de una enfermedad adquirida tras el envenenamiento de los pozos (1558); hecho perpetrado por los indígenas que se alzaron contra el abuso de los soldados españoles. H.B.C.







Sorocaima



Indio perteneciente a la tribu de los teques. Hacia 1570, se quiso reanudar la explotación de las minas de oro de Nuestra Señora, ubicadas en territorio de los indios teques; y para ello se empleó a un grupo de Aborígenes, lo que causó indignación en la tribu y rechazo hacia los españoles. Garci González de Silva fue el encargado de someterlos, atacó el pueblo del cacique Conopoima e hizo prisioneros a algunos indios, entre ellos a Sorocaima; González de Silva los amenazó con empalarlos si no convencían a su jefe para que permitiera el asentamiento español en su territorio. Sorocaima, lejos de amedrentarse, arengó a sus compañeros por lo que los españoles le cortaron una mano. F.P.



Manaure



Cacique que, en las primeras décadas del siglo XVI, habitó en la región de la actual ciudad de Coro (Edo. Falcón). Manaure detentaba un importante cacicazgo, presumiblemente el único constituido como tal en el hoy territorio de Venezuela. Además del poder político también reunía poderes religiosos que lo hacían aún más respetado entre los indígenas. según noticias aportadas por cronistas e historiadores del siglo XVI, en sus recorridos, Manaure era transportado en hamaca o en andas cargadas por sirvientes. Su influencia parece haberse extendido hasta las islas de Curazao, Aruba y Bonaire y en todo el territorio del actual estado Falcón, llegando hasta las riberas del río Yaracuy. Colindaba al sur con caribes y al sureste con jiraharas. Vivía en un poblado grande llamado Todariquiba situado posiblemente en las cercanías de la actual Sabaneta, a orillas del río Mitare, de donde se trasladó a Coro a partir de su fundación, razón por la cual aquél recibió el nombre de Pueblo Viejo. Existían entonces en Coro la casa fuerte y el asentamiento de Juan de Ampíes. Manaure entró en contacto con los españoles hacia 1522-1523 por medio de 2 caciques vasallos, Baracuyra y Baltasar, quienes visitaron a Gonzalo de Sevilla, agente de Ampíes en Aruba. Por medio de sus emisarios, Manaure estableció una alianza con Ampíes y al marcharse Sevilla para Santo Domingo en 1524, ambos caciques le acompañaron. En esa época, las costas de Tierra Firme eran recorridas por traficantes de esclavos y aventureros y la gobernación de Ampíes sufrió tales visitas, en una de las cuales, en 1525, fueron llevados presos a Santo Domingo más de 150 indígenas para ser vendidos como esclavos; entre ellos iban varios familiares de Manaure. Ampíes y Sevilla consiguieron rescatar a muchos de ellos, devolviéndolos a Coro con lo cual la alianza entre ambos caudillos fue definitivamente sellada. En 1528, con motivo de la llegada de Ampíes padre a Coro, Manaure fue bautizado con el nombre de Martín. Una vez llegados los Welser, Juan de Ampíes fue reducido a prisión por presunto delito de soliviantar a los indígenas en contra de los alemanes y desterrado a las Antillas. Manaure debió mantener un trato amistoso con éstos. No obstante, a finales de 1530 o a principios de 1531, después del regreso de Ambrosio Alfínger de su primera salida tierra adentro, Manaure fue encarcelado por haber reclamado unas canoas suyas apropiadas por los alemanes. Después de liberado se refugió en un pueblo cercano a Coro, en busca de seguridad para él y sus familiares. Hacia 1532 se había retirado con su gente unas 50 o 60 leguas (250-300 km) tierra adentro. Una leyenda del siglo XVII reseñada por Pedro Manuel Arcaya dice que este viaje se hizo hasta una laguna situada cerca del río Meta (Edo. Apure) con el fin de lanzar allí objetos de oro que tenía en profusión el cacique. según esta misma leyenda las calzadas prehispánicas de Barinas, anteriores a estos hechos, habrían sido construidas por los caquetíos para facilitar el paso del cacique Manaure y su comitiva por las llanuras inundadas. De él arranca el linaje de los Martínez Manaure, quienes todavía en el siglo XVIII apelaban al Rey por el título y posesión del cargo de caciques de los pueblos de Santa Ana de Coro, Caciquiare, Moruy, Río del Tocuyo, Cumarebo, Mitare, Zazárida, Capatárida y Borojó, que en 1712 ponían en duda el cacicazgo de Juan Santiago Martínez Manaure. F.P.



Cáceres de Arismendi, Luisa



Caracas, 25.9.1799 _ Caracas, 2.6.1866

Heroína patriota. Esposa de Juan Bautista Arismendi. Hija de Domingo Cáceres y de Carmen Díaz. Su padre, profesor de latín, se ocupó de enseñarle a leer y escribir, así como los principios y normas morales puestos a prueba durante los años de cautiverio y destierro de la joven patriota. 1814 fue un año adverso para la naciente República y también para la familia Cáceres; el 6 de marzo las tropas del realista Francisco Rosete asaltaron la guarnición de Ocumare y matan al padre de Luisa quien se encontraba allí por invitación de su amigo el comandante Juan José Toro. La Comandancia Militar, en Caracas, a cuyo frente se encontraba el coronel Juan Bautista Arismendi, organiza una expedición de jóvenes estudiantes y acude el día 14 en auxilio de los patriotas sitiados en Ocumare; entre los soldados de la expedición estaba Félix Cáceres, hermano mayor de Luisa. Las tropas de Arismendi son derrotadas y el hermano de Luisa es hecho prisionero y ejecutado el 16 de marzo. Las sucesivas derrotas y la ofensiva de José Tomás Boves obligan a las fuerzas patriotas a abandonar la plaza de Caracas; el 7 de julio de 1814 se emprende la retirada a oriente comandada por Simón Bolívar y José Félix Ribas; entre los emigrados marcha la familia Cáceres, durante la travesía mueren 4 tías de Luisa y sólo quedan ella, su madre y un hermano menor. Los emigrados pasan por Barcelona y se dirigen a Cumaná a donde llegan a fines de agosto, muchos de ellos consiguen pasar a Margarita donde Arismendi puede ofrecerles alguna seguridad. El coronel Arismendi busca a la familia Cáceres, a quienes había conocido y frecuentado por algún tiempo en Caracas en la Navidad de 1813, les proporciona vestido, alojamiento y demás recursos necesarios. El día 4 de diciembre de 1814 Luisa Cáceres casa con el coronel Juan Bautista Arismendi. Durante algunos meses viven en las afueras de La Asunción bajo el espionaje y la presión que las autoridades españolas mantienen sobre los simpatizantes de la causa patriota en la isla. En septiembre de 1815 se ordena apresar a Arismendi, éste escapa y se oculta con uno de sus hijos en las montañas de Copey; el día 24 de septiembre Luisa, quien se encontraba embarazada, es tomada como rehén para doblegar a su esposo y encerrada bajo la vigilancia en la casa de la familia Amnés, días después es trasladada a un calabozo de la fortaleza de Santa Rosa. Las acciones militares de Arismendi le permiten hacer prisioneros a varios jefes españoles entre ellos al comandante Cobián, de la fortaleza de Santa Rosa por lo cual el jefe realista Joaquín Urreiztieta propone a Arismendi canjear esos prisioneros por su esposa, tal ofrecimiento no es aceptado y el emisario recibe por respuesta: «Diga al jefe español que sin patria no quiero esposa». A partir de aquel momento empeoran las condiciones del cautiverio y se desvanece la posibilidad de libertad al fracasar los patriotas en un intento de asalto de la fortaleza. El 26 de enero de 1816, Luisa da a luz una niña que muere al nacer dadas las condiciones del parto y del calabozo en el cual se encuentra prisionera. Los brigadieres Juan Bautista Pardo y Salvador Moxó ordenan que se traslade a la detenida al fortín de Pampatar donde permanece algunos días, luego es trasladada a la prisión de La Guaira y posteriormente al convento de la Inmaculada Concepción en Caracas, donde ingresa como prisionera el 22 de marzo de 1816. Durante todo este tiempo se le mantiene incomunicada y sin noticias de sus familiares. Los triunfos de las fuerzas republicanas comandadas por Arismendi en Margarita y por el general José Antonio Páez en Apure determinaron que el brigadier Moxó ordenara el traslado de Luisa a Cádiz, por tal razón es llevada de nuevo a la prisión de La Guaira el 24 de noviembre de 1816 y embarcada el 3 de diciembre. En alta mar son atacados por un buque corsario que se apodera de todo el cargamento y los pasajeros son abandonados en la isla de Santa María en las Azores. Imposibilitada de regresar a Venezuela, Luisa llega a Cádiz el 17 de enero de 1817. Es presentada ante el capitán general de Andalucía, quien protesta por la arbitraria decisión de las autoridades españolas en América y le da la categoría de confinada, le asigna una pensión de 10 reales en vellón diarios y confía su protección al médico José María Morón y su esposa Concepción Pepet, luego que pagan una fianza y se comprometen a presentarla mensualmente ante el juez de alzada. Durante su permanencia en Cádiz, se negó a firmar un documento donde manifestaba su lealtad al Rey de España y renegaba de la filiación patriota de su marido a lo cual respondió que el deber de su esposo era servir a la patria y luchar por libertarla. El destierro transcurre sin noticias de su madre y su esposo. En marzo de 1818 el teniente Francisco Carabaño y el inglés Mr. Tottem se ofrecen para ayudarla a trasladarse a América; se hacen todos los preparativos pertinentes para la fuga y la joven promete que su esposo pagará todos los gastos al arribar a tierra margariteña. Se despide de la familia Morón y emprende viaje a bordo de una fragata de bandera norteamericana. El 3 de mayo de 1818 llega a Filadelfia donde conoce a la familia del general Lino Clemente, emigrados a Estados Unidos, quienes le brindan amistad y apoyo. El coronel Luis Rieux, comisionado por Arismendi, visita a Luisa y se encarga de su traslado a Margarita a donde llega el 26 de julio de 1818. Posteriormente, el 19 de septiembre de 1819, el Consejo de Indias dicta una resolución mediante la cual se le concedía absoluta libertad y facultad de fijar su residencia donde quisiera. Residió en Caracas hasta el día de su muerte. Sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional el 24 de agosto de 1876. O.A.P.



Camejo, Josefa



Curaidebo (Edo. Falcón) 17.5.1791 _ ¿Maracaibo? (Edo. Zulia) c. 1870

Heroína de la Independencia. Su nombre completo era Josefa Venancia de la Encarnación Camejo Talavera. Hija de Miguel Camejo y de Sebastiana Talavera y Garcés, también conocida como doña Ignacia. Inició sus estudios en el colegio de las hermanas Salcedo en Coro y luego fue enviada a un convento de monjas en esa ciudad, donde completó su educación y se sintió interesada por las ideas republicanas. En 1810 se encontraba en Caracas y tuvo oportunidad de vivir los sucesos del 19 de abril. En 1811, viajó a Mérida donde su tío, el sacerdote Mariano Talavera y Garcés era rector del Seminario de esa ciudad; allí conoció al coronel Juan Nepomuceno Briceño Méndez, con quien contrajo matrimonio y junto con su madre se trasladó a Barinas. En esta ciudad, en unión de varias señoras, firmó un documento, el 18 de octubre del mismo año, intitulado Representación que hace el bello sexo al Gobierno de Barinas; dicen las firmantes que, enteradas de la invasión que intentan los guayaneses por San Fernando, se ponen a la orden para la defensa de Barinas y que, lejos de temer a los horrores de la guerra, el estallido del cañón no hará más que alentarlas. A principios de noviembre de 1813, Barinas fue asediada por los realistas al mando de José Antonio Puy, por lo que el gobernador, Manuel Antonio Pulido, se vio obligado a realizar la emigración de la población hacia San Carlos (Edo. Cojedes), a la que se incorporan Josefa y su madre. Esta última muere ahogada cuando atravesaba el río Santo Domingo. En San Carlos, la gente que había emigrado de Barinas se incorpora a las fuerzas de Rafael Urdaneta y se dispuso que los hombres protegieran a las mujeres durante el viaje hacia Nueva Granada. Entre estas mujeres iba Josefa Camejo, quien durante la travesía se dedicó al cuidado de los heridos. Al llegar a Nueva Granada se unió a las familias republicanas y permaneció allí 4 años. Decidió regresar a Venezuela y viajó disfrazada de mendiga, o de campesina. A mediados de 1818 llegó al pueblo de Aguaque y luego se fue a su hato de Paraguaná. En 1821, al frente de 300 hombres, algunos de ellos esclavos que trabajaban en sus tierras, propició una rebelión contra los realistas de la provincia de Coro; pero fueron derrotados, y Josefa Camejo se arroja al mar para salvarse. El 3 de mayo, con una escolta de 15 hombres se presentó en Baraived, lugar donde temperaba el jefe realista Chepito González, a quien enfrentó y derrotó; se dirige luego a Pueblo Nuevo, donde es comandante Segundo Primera, quien se pasa a la causa republicana y logran poner preso al gobernador, por lo que se nombra a un gobernador civil republicano: Mariano Arcaya. El 3 de mayo, Josefa Camejo leyó en Pueblo Nuevo el manifiesto que declaraba libre a la provincia de Coro y se juró fidelidad a la República. Después de la Independencia se retiró a sus haciendas hasta 1840, cuando casó en segundas nupcias con el doctor José Bracho y se radicó en Maracaibo donde posiblemente murió. M.S. de L.



Arrambide de Pacanins, Luisa



La Guaira (Distrito Federal) c. 1797 _ San Juan (Puerto Rico) 27.8.1825

Heroína de la Independencia. Hija de Juan Javier de Arrambide y de Petronila Roldán. Su padre, comerciante vasco, residía en La Guaira en 1797, y ese mismo año fue acusado de participar en la conspiración de Gual y España y perseguido por las autoridades españolas. Más tarde, el hogar de Luisa Arrambide fue un centro de reunión para el talento y la elegancia de la época, frecuentado por Simón Bolívar y Tomás Montilla entre otros. Hay historiadores que sostienen que Bolívar cortejó a Luisa, quien no le correspondió por diversas razones, entre éstas por encontrarlo «muy pretensioso». Además de la actividad cultural que Luisa promovía, en su casa se trataban también asuntos relativos a la política proindependentista. Su devoción y adhesión a las ideas patrióticas la hicieron blanco de la furia y la hostilidad de los realistas. Después de la entrada de José Tomás Boves a Caracas en 1814, Luisa Arrambide fue condenada a ser azotada públicamente en la plaza de San Juan, hoy plaza de Capuchinos. En uno de los artículos periodísticos escritos en 1815, en Jamaica, Bolívar se refería a este hecho y suponía que a consecuencia del cruel castigo la joven (a quien llama «la más bella Criatura» y la «bellísima Luisa Arrambide») había muerto. Esto último no resultó cierto. Luisa emigró más tarde a Puerto Rico, donde se hallaba ya hacia 1820-1821, cuando contrajo matrimonio con Tomás Pacanins Nicolao. De ese enlace vinieron al mundo 5 hijos. Al nacer el último falleció la madre, muy probablemente en la ciudad de San Juan, a pesar de los últimos cuidados que le prodigó el médico venezolano José María Vargas. Luisa Arrambide tenía al morir unos 28 años de edad. A.M.F. de R.



García de Hevia, Francisco Javier



La Grita (Edo. Táchira) 16.2.1763 _ Bogotá, 6.7.1816

Abogado y político, dirigente del movimiento emancipador de Bogotá. Hijo de Salvador García y de Juana María de Hevia. Hermano de Juan José García de Hevia, quien fue uno de los líderes principales del Movimiento de los Comuneros en los Andes venezolanos. Después de estudiar las primeras letras en su ciudad natal, Francisco Javier García de Hevia marchó en 1784 a Santafé de Bogotá, capital del virreinato de la Nueva Granada. En el colegio de San Bartolomé cursó estudios hasta graduarse en 1789 de doctor en derecho civil y canónico. Se incorporó poco después al Colegio de Abogados de esa ciudad y en 1793 al de Caracas, mediante gestiones realizadas por un apoderado en el segundo caso. En junio de 1791 había contraído matrimonio en Bogotá con Juana Petronila Nava, oriunda de Cúcuta. García de Hevia ejerció la abogacía en la capital del virreinato y ocupó el cargo de vicerrector del colegio de San Bartolomé. Al estallar el movimiento revolucionario del 20 de julio de 1810 en Bogotá, fue uno de sus adherentes y desempeñó notables cargos políticos. Su esposa, también partidaria de la causa de la independencia, contribuyó a propagar esas ideas entre las damas de la sociedad bogotana. Al ser declarada la independencia de Cundinamarca, García de Hevia fue uno de los primeros en juramentarse en su defensa en julio de 1813. A mediados de 1815, cuando las fuerzas de la expedición del general español Pablo Morillo amenazaban ya las costas de la Nueva Granada, fue nombrado gobernador de Cundinamarca, y como tal sostuvo el esfuerzo bélico para auxiliar a Cartagena hasta que cesó en esas funciones el 12 de marzo de 1816. Al entrar los realistas en Bogotá, fue arrestado, juzgado sumariamente por orden del general Morillo y fusilado el 6 de julio de 1816, junto con otros dirigentes civiles de la revolución, en la llamada Huerta de Jaime, entonces situada en las afueras de la ciudad (hoy plaza de los Mártires). A.E.L.B.


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Insurrección de los negros de Coro

1795


El movimiento insurreccional de José Leonardo Chirino en Curimagua, pueblo de la serranía de Coro, constituye uno de los más tempranos intentos independentistas registrados en nuestros anales históricos. Distintas causas dieron origen a este movimiento. Sociales unas, económicas y políticas otras. La variable condición en que se encontraban los negros, que eran unos libres y otros esclavos; la de los indios, que eran respecto a los tributos, unos exentos (los caquetíos) y otros demorados (los jiraharas y ajaguas), representa un motivo de importancia, pues todos los negros aspiraban a ser libres y todos los indios a ser exentos. En el trato de los unos con los otros, tanto los negros esclavos como los indios demorados, se daban cuenta de lo injusto de su situación. Así estaban las cosas cuando circuló la conseja de que el Rey de España había acordado la libertad de los esclavos; se decía que la cédula que esto ordenaba habría llegado a Venezuela, pero las autoridades coloniales y especialmente el Cabildo de Caracas se oponían a darle cumplimiento, por ser atentatoria a los derechos de los propietarios.

Para 1790 ésta era una verdad aceptada por los negros de la serranía, pues un hechicero llamado Cocofio se había encargado de propagarla por todas las haciendas. Tratábase en verdad del llamado Código Negro promulgado por cédula real en 1789, el que, si bien no tenía el alcance que le daban los esclavos, pues en absoluto se refería a la concesión de libertad, sí establecía un régimen de mejor consideración para ellos. Para el tiempo en que se propagaban estos rumores llegó a Coro como recaudador de los derechos reales Juan Manuel Iturbe, quien puso todo su empeño en cobrar formalmente las contribuciones. Luis Bárcenas, administrador del puesto de alcabala de Caujarao, recibió órdenes de cobrar anticipadamente y en efectivo, el derecho de alcabala a todos los que bajaran de la sierra. A las mujeres les embargaban, en garantía del impuesto, sus rosarios, zarcillos y hasta los pañuelos con que se cubrían la cabeza. Estos hechos perjudicaban principalmente a los esclavos y labradores libres de la sierra, quienes no disimulaban su descontento. Como desde el inicio de la Revolución Francesa llegaban a Coro noticias de ella a través de Curazao y de los corsarios que durante la guerra franco-española aparecían frecuentemente en las cercanías de La Vela, los terratenientes corianos comentaban los sucesos, entre ellos José Tellería, el que tenía como huésped en su hacienda de Curimagua al mexicano José Nicolás Martínez, con quien en sus tertulias hablaba de los acontecimientos de Francia, del derrumbamiento del antiguo orden social, de la proclamación de la República y la igualdad para todos, de la ejecución del rey Luis XVI y de la guerra entre Francia y España. Estas conversaciones, que comentaban los criados y esclavos, las escuchaba también José Leonardo Chirino, un zambo que estaba al servicio de Tellería, que había acompañado a éste en sus viajes de negocios a Haití. Ahora el zambo había sabido que los negros de esta isla se habían sublevado bajo las órdenes de Toussaint L'Ouverture para hacer valer sus derechos y abolir la esclavitud. A hacer algo semejante, invitaba la agitación en que para aquellos momentos se encontraban los esclavos de la sierra. Por eso, a fines de marzo de 1795, José Leonardo empezó a tramar la conspiración, de acuerdo con los negros Cristóbal Acosta y Juan Bernardo Chiquito. El 10 de mayo promovieron un baile en la hacienda Macanilla y por la noche pasaron a la hacienda El Socorro, donde dieron el grito de rebelión. Allí José Leonardo proclamó la «ley de los franceses», la libertad de los esclavos y la supresión de los impuestos. Todos eran libres, iguales a los blancos, dueños de su voluntad; asaltaron la casa de la hacienda, mataron al mexicano Martínez e hirieron al joven Ildefonso Tellería; pasaron a la hacienda Varón, donde mataron a José María Manzanos e hirieron a Nicolasa Acosta; las casas de La Magdalena y Sabana Redonda fueron incendiadas; al día siguiente nombraron comisiones para que fueran a levantar a los negros de Canire y El Naranjal; a Curimagua, donde dieron muerte a José Tellería y Pedro Francisco Rosillo; a San Luis, población que saquearon y en la que apresaron al alcalde. Esa tarde, reunidos otra vez en Macanilla, acordaron la marcha hacia Coro; al frente iría Cristóbal Acosta, mientras José Leonardo avanzaría por vía diferente para solicitar el concurso de otros grupos. A media noche llegaron los negros a la aldea de Caujarao y ultimaron a los guardias del puesto de alcabala. En la ciudad ya sabían la proximidad de los insurrectos; enteradas las autoridades de que las armas que traían, no eran otras que palos y machetes, se organizaron en milicias y salieron a su encuentro. En el llano, al sur de Coro, tomaron posiciones; llevaban, además de otras armas de fuego, 2 cañones pedreros. Cuando los negros acometieron desordenadamente, sus columnas fueron destrozadas. En la corta refriega murieron 25 negros y quedaron 24 heridos. El teniente justicia de Coro, Mariano Ramírez Valderraín mandó decapitar a los heridos y a los prisioneros. José Leonardo, quien no llegó a tiempo para participar en el combate, al saber la derrota se internó en la serranía. Tres meses después, apresado en Baragua, fue trasladado de Coro a Caracas. La Real Audiencia, el 10 de diciembre de 1796, lo condenó a muerte en la horca y dispuso que su cabeza, en jaula de hierro y montada en un poste de 20 pies de altura, se colocara en el camino que va hacia los valles de Aragua y sus manos, remitidas a Coro, se fijaran, una en la entrada de Caujarao y la otra en Curimagua, en el sitio donde dieron muerte a José Tellería. M.V.M.





BIBLIOGRAFÍA: AIZPURUA A., RAMÓN. La insurrección de los negros de la serranía de Coro, 1795: revisión crítica. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1980; ARCAYA, PEDRO MANUEL. Insurrección de los negros de la serranía de Coro en 1795. Caracas: Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 1949; BRITO FIGUEROA, FEDERICO. Las insurrecciones de los esclavos negros en la sociedad colonial venezolana. Caracas: Editorial Cantaclaro, 1961; CASTILLO LARA, LUCAS GUILLERMO. Apuntes para la historia colonial de Barlovento. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1981; GIL RIVAS, PEDRO, LUIS OSVALDO DOVALE BRAVO, LUZMILA BELLO. Insurrección de los negros esclavos, libres e indios en la serranía coreana, 10 de mayo de 1795. Mérida: s.n., 1991; RODRÍGUEZ, LUIS CIPRIANO y otros. José Leonardo Chirino y la insurrección de la serranía de Coro de 1795: Insurrección de libertad o rebelión de independencia. Memoria del Simposio realizado en Mérida los días 16 y 17 de noviembre de 1995. Mérida: Universidad de Los Andes; Universidad Central de Venezuela; Universidad del Zulia; y Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, 1996.


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La historia silenciada: Haiti

Eduardo Galeano 4 de abril de 2004
El primer día de este año, la libertad cumplió dos siglos de vida en el mundo. Nadie se enteró, o casi nadie. Pocos días después, el país del cumpleaños, Haití, pasó a ocupar algún espacio en los medios de comunicación; pero no por el aniversario de la libertad universal, sino porque se desató allí un baño de sangre que acabó volteando al presidente Aristide.


Haití fue el primer país donde se abolió la esclavitud. Sin embargo, las enciclopedias más difundidas y casi todos los textos de educación atribuyen a Inglaterra ese histórico honor. Es verdad que un buen día cambió de opinión el imperio que había sido campeón mundial del tráfico negrero; pero la abolición británica ocurrió en 1807, tres años después de la revolución haitiana, y resultó tan poco convincente que en 1832 Inglaterra tuvo que volver a prohibir la esclavitud.

Nada tiene de nuevo el ninguneo de Haití. Desde hace dos siglos, sufre desprecio y castigo. Thomas Jefferson, prócer de la libertad y propietario de esclavos, advertía que de Haití provenía el mal ejemplo; y decía que había que “confinar la peste en esa isla”. Su país lo escuchó. Los Estados Unidos demoraron sesenta años en otorgar reconocimiento diplomático a la más libre de las naciones. Mientras tanto, en Brasil, se llamaba haitianismo al desorden y a la violencia. Los dueños de los brazos negros se salvaron del haitianismo hasta 1888. Ese año, el Brasil abolió la esclavitud. Fue el último país en el mundo.


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Haití ha vuelto a ser un país invisible, hasta la próxima carnicería. Mientras estuvo en las pantallas y en las páginas, a principios de este año, los medios trasmitieron confusión y violencia y confirmaron que los haitianos han nacido para hacer bien el mal y para hacer mal el bien.

Desde la revolución para acá, Haití sólo ha sido capaz de ofrecer tragedias. Era una colonia próspera y feliz y ahora es la nación más pobre del hemisferio occidental. Las revoluciones, concluyeron algunos especialistas, conducen al abismo. (cuando los poderosos no quieren, que se lo digan a Nicaragua y toda latinoamérica)Y algunos dijeron, y otros sugirieron, que la tendencia haitiana al fratricidio proviene de la salvaje herencia que viene del Africa. El mandato de los ancestros. La maldición negra, que empuja al crimen y al caos.

De la maldición blanca, no se habló.

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La Revolución Francesa había eliminado la esclavitud, pero Napoleón la había resucitado:

—¿Cuál ha sido el régimen más próspero para las colonias?

—El anterior.

—Pues, que se restablezca.

Y, para reimplantar la esclavitud en Haití, envió más de cincuenta naves llenas de soldados.

Los negros alzados vencieron a Francia y conquistaron la independencia nacional y la liberación de los esclavos. En 1804, heredaron una tierra arrasada por las devastadoras plantaciones de caña de azúcar y un país quemado por la guerra feroz. Y heredaron “la deuda francesa”. Francia cobró cara la humillación infligida a Napoleón Bonaparte. A poco de nacer, Haití tuvo que comprometerse a pagar una indemnización gigantesca, por el daño que había hecho liberándose. Esa expiación del pecado de la libertad le costó 150 millones de francos oro. El nuevo país nació estrangulado por esa soga atada al pescuezo: una fortuna que actualmente equivaldría a 21,700 millones de dólares o a 44 presupuestos totales del Haití de nuestros días. Mucho más de un siglo llevó el pago de la deuda, que los intereses de usura iban multiplicando. En 1938 se cumplió, por fin, la redención final. Para entonces, ya Haití pertenecía a los bancos de los Estados Unidos.

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A cambio de ese dineral, Francia reconoció oficialmente a la nueva nación. Ningún otro país la reconoció. Haití había nacido condenada a la soledad.

Tampoco Simón Bolívar la reconoció, aunque le debía todo. Barcos, armas y soldados le había dado Haití en 1816, cuando Bolívar llegó a la isla, derrotado, y pidió amparo y ayuda. Todo le dio Haití, con la sola condición de que liberara a los esclavos, una idea que hasta entonces no se le había ocurrido. Después, el prócer triunfó en su guerra de independencia y expresó su gratitud enviando a Port-au-Prince una espada de regalo. De reconocimiento, ni hablar.

En realidad, las colonias españolas que habían pasado a ser países independientes seguían teniendo esclavos, aunque algunas tuvieran, además, leyes que lo prohibían. Bolívar dictó la suya en 1821, pero la realidad no se dio por enterada. Treinta años después, en 1851, Colombia abolió la esclavitud; y Venezuela en 1854.

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En 1915, los marines desembarcaron en Haití. Se quedaron diecinueve años. Lo primero que hicieron fue ocupar la aduana y la oficina de recaudación de impuestos. El ejército de ocupación retuvo el salario del presidente haitiano hasta que se resignó a firmar la liquidación del Banco de la Nación, que se convirtió en sucursal del Citibank de Nueva York. El presidente y todos los demás negros tenían la entrada prohibida en los hoteles, restoranes y clubes exclusivos del poder extranjero. Los ocupantes no se atrevieron a restablecer la esclavitud, pero impusieron el trabajo forzado para las obras públicas. Y mataron mucho. No fue fácil apagar los fuegos de la resistencia. El jefe guerrillero, Charlemagne Péralte, clavado en cruz contra una puerta, fue exhibido, para escarmiento, en la plaza pública.

La misión civilizadora concluyó en 1934. Los ocupantes se retiraron dejando en su lugar una Guardia Nacional, fabricada por ellos, para exterminar cualquier posible asomo de democracia. Lo mismo hicieron en Nicaragua y en la República Dominicana. Algún tiempo después, Duvalier fue el equivalente haitiano de Somoza y de Trujillo.

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Y así, de dictadura en dictadura, de promesa en traición, se fueron sumando las desventuras y los años.

Aristide, el cura rebelde, llegó a la presidencia en 1991. Duró pocos meses. El gobierno de los Estados Unidos ayudó a derribarlo, se lo llevó, lo sometió a tratamiento y una vez reciclado lo devolvió, en brazos de los marines, a la presidencia. Y otra vez ayudó a derribarlo, en este año 2004, y otra vez hubo matanza. Y otra vez volvieron los marines, que siempre regresan, como la gripe.

Pero los expertos internacionales son mucho más devastadores que las tropas invasoras. País sumiso a las órdenes del Banco Mundial y del Fondo Monetario, Haití había obedecido sus instrucciones sin chistar. Le pagaron negándole el pan y la sal. Le congelaron los créditos, a pesar de que había desmantelado el Estado y había liquidado todos los aranceles y subsidios que protegían la producción nacional. Los campesinos cultivadores de arroz, que eran la mayoría, se convirtieron en mendigos o balseros. Muchos han ido y siguen yendo a parar a las profundidades del mar Caribe, pero esos náufragos no son cubanos y raras veces aparecen en los diarios.

Ahora Haití importa todo su arroz desde los Estados Unidos, donde los expertos internacionales, que son gente bastante distraída, se han olvidado de prohibir los aranceles y subsidios que protegen la producción nacional.

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En la frontera donde termina la República Dominicana y empieza Haití, hay un gran cartel que advierte: El mal paso.

Al otro lado, está el infierno negro. Sangre y hambre, miseria, pestes.

En ese infierno tan temido, todos son escultores. Los haitianos tienen la costumbre de recoger latas y fierros viejos y con antigua maestría, recortando y martillando, sus manos crean maravillas que se ofrecen en los mercados populares.

Haití es un país arrojado al basural, por eterno castigo de su dignidad. Allí yace, como si fuera chatarra. Espera las manos de su gente.


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JOSE LEONARDO CHIRINO


El 10 de mayo de 1795 José Leonardo Chirino acaudilló con los negros de Coro un movimiento que ha sido considerado como génesis de la Independencia americana.


La insurrección se originó a raíz de un baile en Macanillas en el Valle de Curimagua, de donde era nativo Chirino. De aquí pasaron a la de El Socorro, donde asesinaron a algunas personas influidos por el licor. Después irían a tomar Coro, cuyos vecinos ya estaban preparando la defensa, de modo que los insurrectos fueron vencidos fácilmente.

Habiendo fracasado en el intento, Chirino trata de reorganizarse. Escribe al cacique y a los indios de Pecaya, pidiéndoles incorporación a la lucha y prometiéndoles que no pagarían demora, esto es, un tributo especial de los indígenas y que ahora se les cobraba en dinero efectivo. Sin embargo, la suerte estaba echada. La persecución que desató el Teniente de Justicia Ramírez Valderrain tuvo todas las características de una cacería humana. Chirino fue apresado, condenado a muerte, trasladado a Caracas, donde fue ejecutado el 10 de diciembre de 1796.


Este movimiento, de hondas raíces sociales, llamó la atención de las autoridades coloniales sobre las diferencias existentes y las injusticias, particularmente en lo tocante al cobro de impuestos a las Clases humildes. Ahora bien: ¿tenía José Leonardo un programa básico de ideología política? Sabemos de sus intenciones de orden social y económico, pero en cuanto a lo político no basta que haya proclamado la ley de los franceses aspirando instaurar un régimen republicano, porque se ignora hasta qué punto José Leonardo Chirino estaba preparado para lograr tal cambio. En todo caso, no fue estéril, porque a la postre se redujeron los impuestos y se cobraron con sentido más humano, pero yo no lo considero con fines propiamente independentistas, como sí lo tuvieron, por ejemplo, los de Gual y España, Miranda, Bolívar, etc.




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